lunes, 3 de diciembre de 2012

Como dos gotas de agua

Adriana, ese es su nombre; seguro que elegido por mi padre como el de mi otra hermana y el mío. En mi familia es tradición que los nombres de todos los niños comiencen por A.: Alberto, Álvaro, Adriana, Adelaida, Alejandra... Lo mismo que es tradición que tengamos un nombre que comienza por A, tenemos característico nuestra tez morena, acompañada de una bonita melena color azabache. Ella, sin embargo, era la antítesis a todos nosotros, rubia, con unos ojos grandes y azules que enamoraban a cualquiera que por su lado pasaba.

Somos 3 hermanas: Alma, Adriana y yo, Alejandra Pozuelo Bautista, de 21, 19 y 17 años respectivamente. Tres años después de mi nacimiento, nuestra madre murió en un terrible accidente de coche. Yo era muy pequeña y apenas tengo recuerdos con ella pero mis hermanas tuvieron la suerte de conocerla más que yo. Alma y yo tenemos los rasgos mediterráneos de la familia de nuestro padre; Adriana sin embargo es la viva imagen de mamá. Ella no repara en el asombroso parecido que tiene con nuestra madre, pero es cómo si no se hubiese ido después de tantos años. La verdad es que la envidio, Adri (así la llamamos cariñosamente en casa) tiene algo más que recuerdos guardados en la memoria: la belleza embriagadora que tuvo mi madre hasta el momento de su muerte.

Foto original: Inés López Casas

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