Después de un doble turno agotador en el hospital, Celia
vuelve a casa bajo una intensa tormenta. La carretera apenas es visible, aunque
el parabrisas hace su trabajo todo lo mejor que sabe. Pese a la escasa
visibilidad, muchos rayos se pueden
divisar con las gotas de agua en el largo trayecto a casa. Los truenos
cada vez caen más cerca de su coche, lo que a Celia le está poniendo cada vez
más nerviosa. Uno de ellos acaba cayendo encima del capó del coche y pierde el
control sobre el volante. Una acumulación de
coches se apilan detrás del accidentado.
La ambulancia llamada por los conductores que presenciaron
el accidente llevó a Celia al hospital dónde trabaja. Allí tras días
inconsciente tras el tremendo accidente, comienza a abrir los ojos rodeados de
su familia y seres queridos. Todos, como es natural, se abalanzan sobre ella
para darle todos los mimos que pueden cuando ven que empieza a moverse. Pablo
al ver que su mujer despertaba corre en busca del médico de guardia.
Médico.- Celia, soy Daniel ¿cómo estas?, ¿cómo te
encuentras?
Celia .- Hola. Tengo un gran
dolor de cabeza y creo que una costilla rota.
Médico .- Si, así es. Te hemos hecho una resonancia y tienes
la costilla rota. Además también hicimos un tac para ver si la cabeza había
sufrido algún daño pero está todo bien. Voy a decirle a la enfermera que te
ponga un calmante..
Celia .- Vale. Adiós Dani, luego te veo. (A su marido). ¿Porqué
no te vas a casa? Seguro que estas cansado de estar varios días aquí metido.
Miriam ya se queda conmigo, ¿a que sí? Además, Inés seguro que te echa de
menos.
Pablo.- Me acercaré a recogerla a casa de tus padres y ya
mañana vengo. (Le da un beso). ¡Te quiero!
Celia.- ¡Y yo a ti!
Miriam, su mejor amiga, se queda finalmente a solas con ella
Miriam.- ¿Cómo estas cariño?. ¡Menudo susto nos has dado!
Celia .- Puff, ¡qué dolor de
cabeza!. ¿Que ha pasado?
Miriam.-Volvías de vuelta a casa del trabajo y llovía mucho.
Un trueno cayó encima del capó y perdiste el control del coche.
Celia.- ¿Me acercas el bolso?
A Miriam no le dio tiempo a reaccionar. En cuánto Celia lo
señaló, el bolso flotó por la habitación hasta llegar a sus manos.
¿Qué había pasado? Miriam lo observaba atónita,
preguntándose al igual que Celia como lo había hecho. Esto no tenía una
explicación basada en la medicina que tantos años había estado estudiando.
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