viernes, 21 de diciembre de 2012

Un gran cambio

Celia, es una de las miles personas que viven en la Gran Vía Madrileña. Ella tiene una vida completamente normal, una prestigiosa cirujana casada con un importante hombre de negocios y con una preciosa niña de cabellos dorados en común. Como todas las mañanas, Celia se levanta temprano para ir al hospital, desayuna corriendo con su familia y lleva a su hija al colegio. Ya sola de camino al hospital, Celia encuentra una enorme caravana típica en la gran capital. En el hospital, el día transcurre con completa normalidad; muchos enfermos que necesitan ser curados en el servicio de Urgencias.

Después de un doble turno agotador en el hospital, Celia vuelve a casa bajo una intensa tormenta. La carretera apenas es visible, aunque el parabrisas hace su trabajo todo lo mejor que sabe. Pese a la escasa visibilidad, muchos rayos se pueden  divisar con las gotas de agua en el largo trayecto a casa. Los truenos cada vez caen más cerca de su coche, lo que a Celia le está poniendo cada vez más nerviosa. Uno de ellos acaba cayendo encima del capó del coche y pierde el control sobre el volante. Una acumulación de  coches se apilan detrás del accidentado.

La ambulancia llamada por los conductores que presenciaron el accidente llevó a Celia al hospital dónde trabaja. Allí tras días inconsciente tras el tremendo accidente, comienza a abrir los ojos rodeados de su familia y seres queridos. Todos, como es natural, se abalanzan sobre ella para darle todos los mimos que pueden cuando ven que empieza a moverse. Pablo al ver que su mujer despertaba corre en busca del médico de guardia.

Médico.- Celia, soy Daniel ¿cómo estas?, ¿cómo te encuentras?
Celia .- Hola. Tengo un gran  dolor de cabeza y creo que una costilla rota.
Médico .- Si, así es. Te hemos hecho una resonancia y tienes la costilla rota. Además también hicimos un tac para ver si la cabeza había sufrido algún daño pero está todo bien. Voy a decirle a la enfermera que te ponga un  calmante..
Celia .- Vale. Adiós Dani, luego te veo. (A su marido). ¿Porqué no te vas a casa? Seguro que estas cansado de estar varios días aquí metido. Miriam ya se queda conmigo, ¿a que sí? Además, Inés seguro que te echa de menos.
Pablo.- Me acercaré a recogerla a casa de tus padres y ya mañana vengo. (Le da un beso). ¡Te quiero!
Celia.- ¡Y yo a ti!

Miriam, su mejor amiga, se queda finalmente a solas con ella
Miriam.- ¿Cómo estas cariño?. ¡Menudo susto nos has dado!
Celia .- Puff, ¡qué dolor de  cabeza!. ¿Que ha pasado?
Miriam.-Volvías de vuelta a casa del trabajo y llovía mucho. Un trueno cayó encima del capó y perdiste el control del coche.
Celia.- ¿Me acercas el bolso?

A Miriam no le dio tiempo a reaccionar. En cuánto Celia lo señaló, el bolso flotó por la habitación hasta llegar a sus manos.
¿Qué había pasado? Miriam lo observaba atónita, preguntándose al igual que Celia como lo había hecho. Esto no tenía una explicación basada en la medicina que tantos años había estado estudiando.

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