miércoles, 19 de diciembre de 2012

Relato final. Capitulo I. Cambio de personaje


Me llamo Mario Astraín Sierra, y soy inspector de policía en la comisaria del distrito madrileño de San Blas. En los 22 años que llevo en el cuerpo nacional de policía, creía que había vivido todo tipo de situaciones. Llevaba una vida normal, con un trabajo fijo y una familia que, no cambiaría por nada del mundo. Un día, todo esto cambió y desde entonces, mi vida comenzó a tambalearse a velocidad de vértigo.

Comencemos por el principio, hacía 2 meses que investigábamos el caso de una mafia que se dedicaba a todo tipo de actos vandálicos: narcotráfico, contrabando, asesinatos..., la banda de El Halcón.

Para recopilar más información, el comisario decidió que uno de nosotros se infiltrara en la banda. Como "experto" en explosivos, tuve que aprender a conectar y a desconectar bombas en menos de dos minutos.

Tras meses infiltrado en la banda, uno de los miembros descubrió que era policía por  un topo que teníamos en comisaría y del que desconocíamos su existencia. Ellos no se quedaron con los brazos cruzados; ante esta nueva información secuestraron a mi hija cuando salía del colegio. Era 21 de febrero, el peor día de toda mi existencia. Con el rapto pretendían chantajearme; a cambio de la vida de mi pequeña Mónica querían mapas, explosivos, etc. para llevar a cabo un gran golpe del que no tenía dato alguno. Únicamente conocía lo que me contaron cuando me consideraban uno de sus aliados.

-     “Sin juegos ni tonterías”. Esa fue la primera orden que recibí de una de las mafias más peligrosas del momento.

En aquel momento mi vida comenzó a tambalearse. Al ser policía se supone que debería controlar la situación y saber como actuar pero todo lo que te enseñan en la academia no sirve de nada cuando es uno de los miembros de tu familia el que está implicado en el caso. En estas situaciones, todo el aplomo que se debe tener desaparece, dejando paso a un angustioso padre deseando encontrar a su hija sana y salva.

Decidí optar por la opción más visceral aunque fuera en contra del reglamento al que tanto había respetado durante tantos años: acatar todas las órdenes que me diesen para intentar mantener a Mónica con vida. Sabía que no era la elección más acertada pero me serviría para ganar tiempo mientras encontrara alguna forma de pararles los pies o encontrar a mi hija.

Con ellos mantenía contacto vía móvil y quedábamos en sitios dónde no hubiese multitud de gente; esa escasez de personas era esencial para poder tratar sus asuntos con total libertad pero, mi hija nunca iba con ellos, se encontraba en un zulo del que no sabía nada. Lo único que tenía de ella era la prueba de vida que me enviaron 24 horas después de secuestrarla.

Cansado de tener alejada a Mónica, decidí analizar la video – llamada que me hicieron como prueba de vida con el equipo del CSI de la comisaría. Oyendo el video una y otra vez pude oír un ruido estridente similar al que hace un animal salvaje en mitad del campo.

  -  ¡Un jabalí!. ¿Dónde podría ser?

Este tipo de animales se da en la zona norte madrileña pero tendría que ser un lugar lo suficientemente alejado del ruido de la ciudad como para que se oyese solamente al animal. ¡La Sierra de Guadarrama!. Sin embargo, la localización seguía siendo bastante extensa; teníamos que acortar distancias.

Había avanzado en la investigación pero tenía que ir con pies de plomo para que la mafia no sospechara de mis averiguaciones. Tenía que dar varios pasos y ponerme por delante de ellos; ser yo quién tuviese agarrada la sartén por el mango pero, ¿qué podría hacer?, ¿cómo desharía sus planes?.  Una llamada de un desconocido me dio la clave de la que tirar.
-      ¿Mario Astraín Sierra?
-        Sí, soy yo. ¿Quién es?
-       Eso es lo que menos importa. No te fíes de nadie. La persona que menos te esperas y cercana a ti está detrás de todo. Tengo información que podría interesarte. Quedamos en 1 hora en el bar de la esquina, el que está al lado de la comisaria .

Ese fue el mensaje de esa persona anónima. ¿Quién podría ser?. ¿Le daba credibilidad a esa información?. Todas las personas cercanas a mi eran agentes de policía. ¡Había un topo dentro! Pero ¿quién?. En una hora encontraría respuestas a todas mis preguntas.
Mi contacto llegaba tarde y yo ya me impacientaba. Al girarme a pedir una cerveza, dos hombres sin armar bullicio me sacaron del local con una pistola apuntándome la espalda y me metieron en un coche negro, con los cristales traseros tintados.

-         Hola Mario, ¡cuánto tiempo!. Perdona la forma en la que mis hombres te han traído hasta aquí.
-         ¡Sara! ¡Eres tú la que me llamó! Creí que ya no volverías. Pensábamos que habías muerto
-         Tuve que salir del país una temporada, estaba en el punto de mira pero ya no. He vuelto porque las cosas se han alborotado. Mario, he venido para salvarte. Los hombres de El Halcón van a por ti. Sé que tienen a tu hija pero toda tu familia está en el punto de mira.
-         Pero ¿por qué?
-         El Halcón, no es el único que está detrás de ti. Hace mucho tiempo tú y yo estuvimos envueltos en un caso muy turbio. Yo desaparecí pero tú has seguido investigando. Hay varias bandas involucradas en el caso y todas quieren tu cabeza como trofeo. Además, el Centro Nacional de Inteligencia te está pisando los talones. No te preocupes, te sacaré de esta. Saldremos de esto juntos, como un equipo de remo.  Mario, las malas noticias no acaban aquí. Aitor, el forense que llegó a la comisaría hace casi un año a San Blas, es el topo. Forma parte de la banda desde hace más de 3 años.

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