martes, 22 de enero de 2013

Es de ideas fijas...

Te quiero, es así y no lo puedo evitar. Se que debería olvidarte de una vez por todas pero no se como lo haces que no hay forma de sacarte de mi corazón. Y no será porque no lo intente, porque de verdad que lo intento con todas mis ganas, pero mi corazón se ha empeñado en que te quiere a ti. Hay millones de chicos en el mundo pues oye, mi corazón es cabezón y no quiere a otro, solo a ti. Ya le puedo enseñar al mismo míster universo, que no hay forma de que se inquiete tanto como cada vez que tu estas a menos de 10 centímetros de mi. No te ofendas, pero mi corazón yo creo que es tonto pero no le puedo llevar la contraria, puede conmigo.

Aunque si te soy sincera no le culpo. Una historia como la que vivimos tu y yo es difícil de olvidar. Me hiciste sentir la chica más especial del planeta pero sin saber cómo ni porque nuestra historia se quedó sin magia, sin chispa.

Mi corazón quiere luchar por ti. ¿Qué hago?. ¿Le dejo que continúe su camino por si acaso no se equivoca? ¿o pongo una venda, le coso la herida y que busque otro camino?. Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas pero puede que en nuestro caso sea diferente. Tu mismo me diste el consejo una vez de que fuese menos racional y me guiase por aquello que tu llamabas "tus tripas". Así que eso voy a hacer, voy a volver a las andadas y a dejar que el corazón tome el mando. ¡A ver quién es el valiente que le lleva la contraria!. Además, es triste que todo aquello que vivimos se quede guardado en un cajón y no peleemos para que funcione. Yo lo voy a intentar pero tienes que pelear conmigo.


Fotografías: página we love it

domingo, 13 de enero de 2013

Luchando, como siempre lo hemos hecho

Impaciente me puse a ojear una revista. Sentada no aguanté ni 3 minutos pero paseando por la sala mucho menos así que acabé sentada en el suelo. Intentaba que mi cerebro se concentrara en otra cosa pero por lo visto es demasiado listo como para engañarle. Las 8, las 8.15.. y tu seguías sin aparecer. Hacia un par de horas que te habían metido dentro y no te sacaban de aquel apestoso sitio al que llaman quirófano. Tu estabas dentro pero yo estaba al otro lado y aunque he estado muchas veces dónde estas tu ahora puedo decirte que se pasa peor esperando fuera. Te mantienen sin noticias y si preguntas te contestan con la frase: "no se preocupe que ya le informará el médico cuando terminen". ¿De verdad crees que se me van a quitar los nervios porque me digan eso?. Parecen un disco rallado y no se dan cuenta que el que está dentro es tu padre, el mismo que te enseñó a montar en bici y por el que darías la vida si pudieras.

Aunque pretendí entretenerme con la revista, no fui capaz; era imposible no pensar en ti. Me venían a la cabeza infinidad de momentos vividos contigo en los que me robabas sonrisas (he de decir que lo conseguías la gran mayoría de las veces) y algunos no tan bonitos pero en los que habías permanecido a mi lado apoyándome. Estos recuerdos estarán siempre en mi memoria.

Han pasado ya tres horas, pero yo continúo aquí en el suelo sin moverme esperando noticias tuyas.

Papá no te preocupes, yo te espero fuera, no me voy a ir. Te están curando y en poco tiempo volverás a estar en plenas condiciones.Vamos a superar esto juntos, como siempre lo hemos hecho. En esta ocasión soy yo la que te voy a dar la mano para que sigas adelante pero... debes prometerme una cosa ¿vale?. No te rindas, el camino está casi terminado y vamos a salir del túnel juntos pero sigue luchando conmigo. 

Foto original de: http://www.tumblr.com/tagged/padre%20e%20hija y la página we love it.

martes, 25 de diciembre de 2012

Amor de infancia

Un amor imborrable, de esos que dejan huella y te erizan la piel. Así era el nuestro, una historia de amor de película, digna de conservarse eternamente en la memoria de nuestra tierra, Astorga.

Yo una niña de familia de clase media, él proveniente de una familia adinerada. Ya desde muy pequeños no había quien nos separara, nos escapábamos de nuestra casa siempre que podíamos para estar juntos. Sin embargo, el destino, que tiene mucha mala leche, quiso ponernos piedras en el camino pero, nadie dijo que fuera fácil, ¿no?

Yo tenía 15 años y estaba perdidamente enamorada de él. Pese a mi corta edad es algo que tenía claro desde que tengo uso de razón. 3 de Junio, ese día mi padre me dio la peor noticia que me podía imaginar con esa edad: nos mudábamos a Madrid por trabajo de mi padre y yo nada podía hacer, me separaban de Pablo. Tocaba el momento de despedirnos; llantos, besos y abrazos estaban asegurados. Nos hicimos promesas que no podíamos cumplir con esa edad pero teníamos la esperanza de que, pese a la distancia, nuestra relación continuase.

Pasaron los días, los meses, los años; ya nada era lo mismo. Aunque intentamos que funcionara, poco a poco la comunicación se perdió.Yo había hecho una nueva vida en Madrid, alejada de las costumbres de mi querida Astorga. Nuevas costumbres, nuevas amistades pero en una pequeña caja guardaba recuerdos inmejorables y que me acompañarían allá dónde fuese.

Ya tenía 28 años, me había convertido en una señorita de refinadas costumbres de provincia. Un día, tumbada encima de mi cama, volví a ver esa vieja caja después de tanto tiempo. Pablo, ¿qué habría sido de él? He conocido a tantos chicos desde entonces... pero ninguno como ese amor de infancia.
¿Se acordaría de mi? ¿Tendría pareja? Tantas preguntas que necesitaban respuesta... Yo tenía pareja desde hacía año y medio pero quería verle, recuperar el contacto.

En verano decidí volver a Astorga después de tanto tiempo, añoraba demasiado a sus tierras y a sus gentes.
Todo seguía igual, en trece años Astorga no había cambiado un ápice, seguía conservando esa belleza que caracterizaba la ciudad.

Tras visitar a mi abuela, fui a ver como seguía todo. Me encontré con profesores que ya estaban al borde de jubilarse, con viejos compañeros de clase, con paisanas cotillas que son peores que una hemorroide estrangulada... pero de Pablo no sabía nada. Cuando me encontré con mis amigas, decidieron hacer una fiesta para celebrar mi regreso pero era sorpresa, yo no sabía nada.

Tres de mis amigas, Sonia, Miriam y Esther, me fueron a buscar a casa para irnos a tomar algo, o ese era el plan con el que me sacaron de casa. Acabamos en el hotel Astur Plaza en la plaza de los Maragatos, en teoría para buscar a nuestra amiga Vega que trabajaba allí dirigiendo el hotel. Lo que nunca me habría esperado fue la fiesta sorpresa que habían organizado.


-¡Sorpresa!- gritaron todos al unísono mientras decenas de globos sobrevolaban la sala. Estaban todos allí: Paz, las gemelas Molina, Sonia, Álvaro, Luis, Raquel, Angela, Sergio, María, Inés, Javi... y como no, también estaba él, con la misma sonrisa que encandilaba a cualquier chica que pasaba por su lado. Después de tantos años y seguía con aquel encanto que le caracterizaba. No había cambiado demasiado desde que eramos adolescentes pero en esta ocasión su corazón estaba ocupado por una nueva forastera que había llegado hace poco a la ciudad y que, obviamente, era su acompañante en la fiesta.

- ¿Qué le habrá visto a esa barbie de extrarradio? Es una de esas preguntas que rondan por tu mente y no pasan de ahí pero a mi boca se le escapó y lo dije en alto.

- ¡Estas celosa!. ¡No me lo puedo creer! - dijo Álvaro. Menos mal que no me escuchó más gente.

- Álvaro, ¡no digas sandeces por favor!. Me alegro mucho por él ya lo sabes. Sólo que esa chica no le pega nada.

-Y tu sí, ¿no?. Nos conocemos desde hace muchos años, a otro podrás engañarle pero a mi no. De todas formas llevas razón, es una hortera que no sabe combinar los colores.  (Risas)

Tras horas de fiesta, la gente seguía bailando y bebiendo. La noche era joven y todavía quedaba fiesta por delante. Había varios chicos que me sacaron a bailar, te pisaban, no tenía ni idea pero lo importante era divertirse. Después de varios intentos fallidos por bailar salsa, ¡por fin bailé con él!. No habíamos hablado en toda la noche pero era el momento de recuperar el tiempo perdido. Durante tres minutos y medio o quizá más, Pablo era para mi.

-¡Cuanto tiempo Daniella!. ¡Me alegra mucho volver a verte!

- Y yo a ti Pablo. Echaba de menos a mi gente y a mi tierra. La gran capital no tiene el encanto de Astorga. (Risas)

Tras el baile estuvimos hablando largo y tendido, tantos años no se cuentan en cinco minutos. Era asombroso como después de tantos años seguíamos conectando del mismo modo que entonces. Su novia hacía rato que se había ido, y nosotros seguíamos bebiendo, bailando y riendo. En uno de nuestros bailes, quizá por la cantidad de alcohol ingerida, me besó. En ese momento mi corazón se paró y no era consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Todas las miradas recaían sobre nosotros pero en ese instante lo único que importaba era él y yo. Nadie dijo nada y la fiesta prosiguió.

A la mañana siguiente yo estaba echa un lio. Había bebido mucho pero me acordaba perfectamente de todo. Necesitaba hablar con él y aclarar mis sentimientos. Quizá no se acordaba de lo que había pasado pero era algo que teníamos que hablar. En su casa, él me recibió con normalidad. Mientras se duchaba yo esperaba en su habitación. Tenía curiosidad por saber si guardaba algunos recuerdos de cuando eramos pequeños. Como era muy lento me dio tiempo a buscar y rebuscar. No encontraba nada y lo más seguro que estuviese a punto de salir de la ducha pero yo seguí buscando. De su cartera salía un papel film pequeñito. ¿Que sería? La curiosidad me superaba. ¡Conservaba un rizo! Es una tontería que se hace cuando eres adolescente pero me sorprendió que lo conservara después de trece años.

¿Qué significaría el beso de ayer? ¿Lo dejaríamos todo y nos iríamos juntos? Todo esto y mucho más en la próxima entrega


viernes, 21 de diciembre de 2012

Un gran cambio

Celia, es una de las miles personas que viven en la Gran Vía Madrileña. Ella tiene una vida completamente normal, una prestigiosa cirujana casada con un importante hombre de negocios y con una preciosa niña de cabellos dorados en común. Como todas las mañanas, Celia se levanta temprano para ir al hospital, desayuna corriendo con su familia y lleva a su hija al colegio. Ya sola de camino al hospital, Celia encuentra una enorme caravana típica en la gran capital. En el hospital, el día transcurre con completa normalidad; muchos enfermos que necesitan ser curados en el servicio de Urgencias.

Después de un doble turno agotador en el hospital, Celia vuelve a casa bajo una intensa tormenta. La carretera apenas es visible, aunque el parabrisas hace su trabajo todo lo mejor que sabe. Pese a la escasa visibilidad, muchos rayos se pueden  divisar con las gotas de agua en el largo trayecto a casa. Los truenos cada vez caen más cerca de su coche, lo que a Celia le está poniendo cada vez más nerviosa. Uno de ellos acaba cayendo encima del capó del coche y pierde el control sobre el volante. Una acumulación de  coches se apilan detrás del accidentado.

La ambulancia llamada por los conductores que presenciaron el accidente llevó a Celia al hospital dónde trabaja. Allí tras días inconsciente tras el tremendo accidente, comienza a abrir los ojos rodeados de su familia y seres queridos. Todos, como es natural, se abalanzan sobre ella para darle todos los mimos que pueden cuando ven que empieza a moverse. Pablo al ver que su mujer despertaba corre en busca del médico de guardia.

Médico.- Celia, soy Daniel ¿cómo estas?, ¿cómo te encuentras?
Celia .- Hola. Tengo un gran  dolor de cabeza y creo que una costilla rota.
Médico .- Si, así es. Te hemos hecho una resonancia y tienes la costilla rota. Además también hicimos un tac para ver si la cabeza había sufrido algún daño pero está todo bien. Voy a decirle a la enfermera que te ponga un  calmante..
Celia .- Vale. Adiós Dani, luego te veo. (A su marido). ¿Porqué no te vas a casa? Seguro que estas cansado de estar varios días aquí metido. Miriam ya se queda conmigo, ¿a que sí? Además, Inés seguro que te echa de menos.
Pablo.- Me acercaré a recogerla a casa de tus padres y ya mañana vengo. (Le da un beso). ¡Te quiero!
Celia.- ¡Y yo a ti!

Miriam, su mejor amiga, se queda finalmente a solas con ella
Miriam.- ¿Cómo estas cariño?. ¡Menudo susto nos has dado!
Celia .- Puff, ¡qué dolor de  cabeza!. ¿Que ha pasado?
Miriam.-Volvías de vuelta a casa del trabajo y llovía mucho. Un trueno cayó encima del capó y perdiste el control del coche.
Celia.- ¿Me acercas el bolso?

A Miriam no le dio tiempo a reaccionar. En cuánto Celia lo señaló, el bolso flotó por la habitación hasta llegar a sus manos.
¿Qué había pasado? Miriam lo observaba atónita, preguntándose al igual que Celia como lo había hecho. Esto no tenía una explicación basada en la medicina que tantos años había estado estudiando.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Relato final. Capitulo I. Cambio de personaje


Me llamo Mario Astraín Sierra, y soy inspector de policía en la comisaria del distrito madrileño de San Blas. En los 22 años que llevo en el cuerpo nacional de policía, creía que había vivido todo tipo de situaciones. Llevaba una vida normal, con un trabajo fijo y una familia que, no cambiaría por nada del mundo. Un día, todo esto cambió y desde entonces, mi vida comenzó a tambalearse a velocidad de vértigo.

Comencemos por el principio, hacía 2 meses que investigábamos el caso de una mafia que se dedicaba a todo tipo de actos vandálicos: narcotráfico, contrabando, asesinatos..., la banda de El Halcón.

Para recopilar más información, el comisario decidió que uno de nosotros se infiltrara en la banda. Como "experto" en explosivos, tuve que aprender a conectar y a desconectar bombas en menos de dos minutos.

Tras meses infiltrado en la banda, uno de los miembros descubrió que era policía por  un topo que teníamos en comisaría y del que desconocíamos su existencia. Ellos no se quedaron con los brazos cruzados; ante esta nueva información secuestraron a mi hija cuando salía del colegio. Era 21 de febrero, el peor día de toda mi existencia. Con el rapto pretendían chantajearme; a cambio de la vida de mi pequeña Mónica querían mapas, explosivos, etc. para llevar a cabo un gran golpe del que no tenía dato alguno. Únicamente conocía lo que me contaron cuando me consideraban uno de sus aliados.

-     “Sin juegos ni tonterías”. Esa fue la primera orden que recibí de una de las mafias más peligrosas del momento.

En aquel momento mi vida comenzó a tambalearse. Al ser policía se supone que debería controlar la situación y saber como actuar pero todo lo que te enseñan en la academia no sirve de nada cuando es uno de los miembros de tu familia el que está implicado en el caso. En estas situaciones, todo el aplomo que se debe tener desaparece, dejando paso a un angustioso padre deseando encontrar a su hija sana y salva.

Decidí optar por la opción más visceral aunque fuera en contra del reglamento al que tanto había respetado durante tantos años: acatar todas las órdenes que me diesen para intentar mantener a Mónica con vida. Sabía que no era la elección más acertada pero me serviría para ganar tiempo mientras encontrara alguna forma de pararles los pies o encontrar a mi hija.

Con ellos mantenía contacto vía móvil y quedábamos en sitios dónde no hubiese multitud de gente; esa escasez de personas era esencial para poder tratar sus asuntos con total libertad pero, mi hija nunca iba con ellos, se encontraba en un zulo del que no sabía nada. Lo único que tenía de ella era la prueba de vida que me enviaron 24 horas después de secuestrarla.

Cansado de tener alejada a Mónica, decidí analizar la video – llamada que me hicieron como prueba de vida con el equipo del CSI de la comisaría. Oyendo el video una y otra vez pude oír un ruido estridente similar al que hace un animal salvaje en mitad del campo.

  -  ¡Un jabalí!. ¿Dónde podría ser?

Este tipo de animales se da en la zona norte madrileña pero tendría que ser un lugar lo suficientemente alejado del ruido de la ciudad como para que se oyese solamente al animal. ¡La Sierra de Guadarrama!. Sin embargo, la localización seguía siendo bastante extensa; teníamos que acortar distancias.

Había avanzado en la investigación pero tenía que ir con pies de plomo para que la mafia no sospechara de mis averiguaciones. Tenía que dar varios pasos y ponerme por delante de ellos; ser yo quién tuviese agarrada la sartén por el mango pero, ¿qué podría hacer?, ¿cómo desharía sus planes?.  Una llamada de un desconocido me dio la clave de la que tirar.
-      ¿Mario Astraín Sierra?
-        Sí, soy yo. ¿Quién es?
-       Eso es lo que menos importa. No te fíes de nadie. La persona que menos te esperas y cercana a ti está detrás de todo. Tengo información que podría interesarte. Quedamos en 1 hora en el bar de la esquina, el que está al lado de la comisaria .

Ese fue el mensaje de esa persona anónima. ¿Quién podría ser?. ¿Le daba credibilidad a esa información?. Todas las personas cercanas a mi eran agentes de policía. ¡Había un topo dentro! Pero ¿quién?. En una hora encontraría respuestas a todas mis preguntas.
Mi contacto llegaba tarde y yo ya me impacientaba. Al girarme a pedir una cerveza, dos hombres sin armar bullicio me sacaron del local con una pistola apuntándome la espalda y me metieron en un coche negro, con los cristales traseros tintados.

-         Hola Mario, ¡cuánto tiempo!. Perdona la forma en la que mis hombres te han traído hasta aquí.
-         ¡Sara! ¡Eres tú la que me llamó! Creí que ya no volverías. Pensábamos que habías muerto
-         Tuve que salir del país una temporada, estaba en el punto de mira pero ya no. He vuelto porque las cosas se han alborotado. Mario, he venido para salvarte. Los hombres de El Halcón van a por ti. Sé que tienen a tu hija pero toda tu familia está en el punto de mira.
-         Pero ¿por qué?
-         El Halcón, no es el único que está detrás de ti. Hace mucho tiempo tú y yo estuvimos envueltos en un caso muy turbio. Yo desaparecí pero tú has seguido investigando. Hay varias bandas involucradas en el caso y todas quieren tu cabeza como trofeo. Además, el Centro Nacional de Inteligencia te está pisando los talones. No te preocupes, te sacaré de esta. Saldremos de esto juntos, como un equipo de remo.  Mario, las malas noticias no acaban aquí. Aitor, el forense que llegó a la comisaría hace casi un año a San Blas, es el topo. Forma parte de la banda desde hace más de 3 años.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Como dos gotas de agua

Adriana, ese es su nombre; seguro que elegido por mi padre como el de mi otra hermana y el mío. En mi familia es tradición que los nombres de todos los niños comiencen por A.: Alberto, Álvaro, Adriana, Adelaida, Alejandra... Lo mismo que es tradición que tengamos un nombre que comienza por A, tenemos característico nuestra tez morena, acompañada de una bonita melena color azabache. Ella, sin embargo, era la antítesis a todos nosotros, rubia, con unos ojos grandes y azules que enamoraban a cualquiera que por su lado pasaba.

Somos 3 hermanas: Alma, Adriana y yo, Alejandra Pozuelo Bautista, de 21, 19 y 17 años respectivamente. Tres años después de mi nacimiento, nuestra madre murió en un terrible accidente de coche. Yo era muy pequeña y apenas tengo recuerdos con ella pero mis hermanas tuvieron la suerte de conocerla más que yo. Alma y yo tenemos los rasgos mediterráneos de la familia de nuestro padre; Adriana sin embargo es la viva imagen de mamá. Ella no repara en el asombroso parecido que tiene con nuestra madre, pero es cómo si no se hubiese ido después de tantos años. La verdad es que la envidio, Adri (así la llamamos cariñosamente en casa) tiene algo más que recuerdos guardados en la memoria: la belleza embriagadora que tuvo mi madre hasta el momento de su muerte.

Foto original: Inés López Casas