martes, 13 de noviembre de 2012

“Me echó una de esas miradas que se reservan para los idiotas de cuarta categoría” (Charles Bukowski), Pie forzado.

Soy nueva en la materia pero ¿por qué tiene que mirarme así?. Vosotros ya sabéis mi secreto así que os lo puedo contar. Ayer, me enfrenté a uno de esos seres diabólicos para salvar a un inocente pero calculé mal y aunque conseguí ayudarle, no vencí a esa criatura. Aún no controlo mis poderes, así que lo único que conseguí es hacerle un rasguño. Probé arrojándole un tarro, que según dicen los libros de brujería y el mundo sobrenatural se llama poción, pero tampoco sirvió de nada. En vez de enfurecerse, como hubiese sido lo lógico, me echó (cómo diría Charles Bukowski) una de esas miradas que se reservan para los idiotas de cuarta categoría. En estos momentos, con la ira que sientes te dan ganas de seguir peleando e intentar vencerlo por todos los medios, pero yo no estaba muy preparada, creí que este demonio era más débil de lo que realmente es.

Visto desde fuera, la magia puede parecer muy sencilla y divertida, pero esto no viene con un manual de instrucciones para saber como actuar delante de esos seres, como controlar tu magia, etc., todo esto lleva su tiempo. Un mal hechizo o no hacer una poción con los ingredientes precisos puede que nos haga perder nuestra propia vida y la del inocente que pretendamos salvar. La magia es una cosa sería, en la que el más mínimo error puede ser mortal.

Dicen que de los errores se aprende ¿no?. Seré una novata, pero aprendo rápido. La próxima vez que me enfrente a él deseará no haber nacido y estaré preparada para darle una patada en su demoníaco trasero. Este fallo ha hecho que quiera aprender más y más deprisa, y destruir a tanto mal como sea posible.

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